ANDREA GALÁN SANTAMARINA
Psicóloga del Centro Sir[a]
Hace un año que publicamos junto al Grupo de Acción Comunitaria el informe “Laberintos de tortura. Violencias e impactos en el tránsito migratorio desde África a España”. Tras años atendiendo a personas supervivientes de esta ruta, desde el Centro Sir[a] decidimos recopilar sus voces para poder visibilizar las violencias y las vulneraciones de Derechos Humanos que sufren quienes emprenden este camino. Desde una mirada psicosocial, quisimos mostrar los impactos físicos y psicológicos que estos abusos dejan en las personas. En muchas ocasiones, sufrimientos permanentes o intratables.
A través de este estudio, pudimos comprobar que la violencia se agudiza a medida que las personas se acercan a Europa, y constatar que esta actúa como un elemento coercitivo que busca impedir que las personas migrantes emprendan o continúen con su viaje. Los Estados africanos y la Unión Europea en particular, a través de sus políticas de externalización de fronteras, y de condicionar su ayuda a los países más empobrecidos al cumplimiento de estas, son responsables del sufrimiento de quienes se ven obligadas a cruzar por vías clandestinas.
”España no ofrece líneas de apoyo específicas a las entidades que trabajamos con supervivientes de malos tratos. De ahí, que tantas organizaciones tengamos que sostenernos a través de la sociedad civil o el copago de las propias personas afectadas.
La publicación del informe sirvió para señalar la necesidad urgente de modificar las políticas migratorias europeas, pero también para remarcar la responsabilidad que tiene el Estado español como firmante de la Convención Contra la Tortura de Naciones Unidas. Este tratado obliga a los estados miembros a garantizar que todas las personas que hayan sufrido tortura tengan acceso a reparación. Es decir, a una rehabilitación adecuada, que incluya medidas de protección y acceso a derechos básicos. En julio de este año, más de 14 organizaciones de la sociedad civil denunciamos ante la ONU, en Ginebra, la necesidad urgente respetar los Derechos Humanos en la Frontera Sur, así como la obligación del estado de contar con servicios públicos especializados en la rehabilitación de víctimas de tortura. Actualmente, España no ofrece líneas de apoyo específicas a las entidades que trabajamos con supervivientes de malos tratos. De ahí, que tantas entidades tengamos que sostenernos a través de la sociedad civil o el copago de las propias personas afectadas.
En medio de este panorama, a menudo nos olvidamos de las pequeñas victorias y proyectos que nos ilusionan para seguir trabajando y que nos empujan para no resignarnos ante la injusticia. Hace escasamente dos semanas, en Sir[a] abrimos por primera vez las puertas del “Espacio Tranquilo” y volvimos a recuperar esa sensación tan necesaria. Esta iniciativa busca consolidar una red de apoyo mutuo para las personas migrantes supervivientes de tortura y malos tratos, que contribuya a su bienestar psicológico y que responda a sus necesidades particulares. Pese al dolor que genera constatar cada día que las situaciones de violencia extrema continúan y se recrudecen, echar la vista atrás y comprobar todos los logros que desde la sociedad civil podemos ir construyendo para contener y minimizar el impacto, da luz y esperanza. Nos recuerda que no todo está oscuro.
”Pese al dolor que genera constatar cada día que las situaciones de violencia extrema continúan y se recrudecen, echar la vista atrás y comprobar todos los logros que desde la sociedad civil podemos ir construyendo para contener y minimizar el impacto, da luz y esperanza. Nos recuerda que no todo está oscuro.
Andrea GalánPsicóloga del Centro Sir[a]