Balas de Goma no solo retrata la larguísima y desgastante batalla judicial que han afrontado Carles o Ester. También es un reflejo del poder de lo colectivo, de lo necesario que son los cuidados y la solidaridad para resistir frente a la impunidad.
Todavía tengo muy presente la imagen: la sala enorme, el silencio a ratos, los aplausos, las compañeras de pie, las cabezas que asienten, las sonrisas cómplices. Ese día me tocó estar delante, fotografiando toda la escena. Por eso la recuerdo tan bien.
Fue en junio del año pasado. Se cumplían nueve años desde la entrada en vigor de la Ley Mordaza, y diversos colectivos y personas afectadas por su aplicación se reunieron en el Congreso de los Diputados para exigir su derogación. En las fotos puede verse a representantes de Yayoflautas, Stop Balas de Goma, Desarma Madrid, Al Yudur, la PAH de Carabanchel, SOS Racismo Madrid, No a la Tala, Afemtras y Ala Cannabis. Todas compartieron, en una mesa dedicada a los impactos de la ley, sus vivencias, dolores y aprendizajes.
Entre todas esas voces, una nos atravesó especialmente: la de Carles Guillot. En 2001, en Barcelona, durante una protesta contra el desalojo ilegal de la Kasa de la Muntanya, Carles recibió el impacto de una bala de goma disparada por un agente de la Policía Nacional. El proyectil le provocó la pérdida de un ojo.
Desde entonces, Carles y sus compañeras de Stop Bales de Goma han dedicado más de dos décadas tanto a acompañar a otras personas mutiladas, como a exigir la prohibición de este tipo de armas, tan imprecisas como letales. “La tristeza, la rabia, la sensación de culpa, la inseguridad, el miedo a salir a la calle, o el hecho de mirarte al espejo y ver que la imagen que devuelve no eres tú”, relataba Carles durante su intervención en el Congreso, refiriéndose a las secuelas del disparo. De su testimonio nació la idea para el nuevo episodio de nuestro podcast Brechas: Balas de Goma.
Al reconstruir su historia, encontramos en la hemeroteca el rastro de más de veinte años de lucha: entrevistas, informes, denuncias, acciones, y una mano tendida a cada nueva víctima. Desde el año 2000, al menos once personas han perdido la visión de un ojo en el Estado español por el impacto de este tipo de proyectiles. En 2012, Iñigo Cabacas perdió la vida tras ser disparado por un agente de la Ertzaintza.
Este proyecto nos permitió también conocer al trabajo de organizaciones como Stop Bales de Goma y Ojo con tu Ojo, y acercarnos a las heridas, los recorridos y la fuerza de otras personas supervivientes: Olga, Aingeru, Roger, Óscar, Nicola, Juan, Daniel, y también Ester Quintana, cuya historia ocupa un lugar central en el episodio. Su empuje fue clave para que se prohibiera el uso de balas de goma por parte de los Mossos d’Esquadra en Catalunya.
Al compartir sus vivencias, muchas de ellas reconocen que el apoyo de sus compañeras, de sus vínculos cercanos, de sus familiares y de la sociedad civil fue —y sigue siendo— el impulso para seguir adelante. En especial, el vínculo entre quienes comparten una herida similar. “Yo pensé que tenía que hacer como ellos y tirar la demanda judicial hacia adelante”, relata Ester, recordando su primer encuentro con Stop Bales de Goma.
Este episodio no solo retrata la larguísima y desgastante carrera judicial que han recorrido Carles y Ester, sino también los impactos físicos y psicológicos que atraviesan quienes han sufrido este tipo de violencia. Es, además, un reflejo del poder de lo colectivo, de lo potente y necesario que son los cuidados y la solidaridad para resistir frente a la impunidad. “Yo me quedaría también con la solidaridad de la gente, y con nuestra solidaridad entre nosotros. Me quedo con la dignidad, con nuestra dignidad de no bajar los brazos, de seguir trabajando, de seguir luchando”, concluye Carles en el episodio. Balas de Goma quiere ser un reflejo de esa dignidad: la de quienes se organizan, se abrazan y no se rinden, incluso cuando el Estado les da la espalda.