Sabina Carau, portavoz del Sindicato de inquilinas, participó de la mesa “Estrategias psicojurídicas para la defensa de la vivienda”, en el marco del evento “Seamos Cien”, organizado por el Centro Sira
El evento también contó con el psicólogo del albergue para personas sin hogar de San Juan de Dios, Pablo Fernández Cordón, con Victoria Zunzunegui, investigadora en envejecimiento miembro de la Comisión Ciudadana por la verdad en las residencias de Madrid, y Gladys Zambrana, vecina y parte de la Plataforma Cívica Luz Para Cañada Real
En un espacio dedicado a la defensa del derecho a la vivienda, la portavoz del Sindicato de inquilinas, Sabina Carau, al igual que hicieron sus compañeras de mesa, expuso algunos de los impactos físicos y psicológicos relacionados con la crisis habitacional, la especulación inmobiliaria, y el empobrecimiento de las clases trabajadoras. Carau señaló cómo en las asambleas cada vez es más común encontrar personas afectadas por problemas graves de salud, desde el insomnio y la ansiedad, hasta el miedo paralizante. “Cuando ves cómo echan a una familia de su casa, cuando sientes la violencia de los antidisturbios llenando el edificio para sacar a una vecina con niños menores de edad, es algo que se vive en el cuerpo y no puedes disociarte de ello. Es una realidad que te atraviesa las 24 horas del día”, afirmó.
La portavoz también denunció la creciente brecha entre los rentistas que acumulan propiedades y las familias trabajadoras. “La vivienda es algo transversal. Sin un techo no puedes encontrar un trabajo, no puedes estudiar, no puedes hacer nada”, señaló. Según datos de la Comunidad de Madrid, si en 2023 había en Madrid 7.600 personas con más de tres pisos alquilados; en la actualidad, esa cifra ha aumentado a 10.242. Carau destacó que estas condiciones afectan especialmente a la población más joven, así como a las personas migrantes, racializadas y aquellas sin un sostén familiar.
Sabina Carau, portavoz del Sindicato de inquilinas
Frente a este panorama, Carau señaló la importancia de la lucha colectiva como una herramienta para resistir y transformar. “Más que una pastilla, lo que ayuda es la vecina que se sienta a tu lado. Compartir nuestras historias nos hace darnos cuenta de que no estamos solas”, insistió.
Entre las iniciativas del sindicato, destacan las brigadas vecinales. Como explicó la portavoz, se trata de diferentes grupos que recorren las calles, pequeños comercios, ambulatorios y edificios, preguntando por el sentir de las vecinas. “Muchas veces no eres la única de tu edificio que está amenazada por un desahucio y se puede actuar colectivamente, por ejemplo realizando un huelga de alquiler colectiva”, explicó Carau.
De izq. a derecha: Gladys Zambrana, Pablo Fernández Cordón, Lluís Elias, Sabina Carau y Victoria Zunzunegui.
4º invierno sin luz en Cañada Real
Gladys Zambrana, vecina y parte de la Plataforma Cívica Luz Ya Para Cañada Real, denunció la grave situación del barrio, que ya lleva cuatro inviernos sin acceso a electricidad, especialmente el Sector 6. “Los impactos sobre todo los sufren las familias. La mayoría de quienes vivimos allí somos familias, trabajadores, obreros”, destacó.
Zambrana, en referencia a las diferentes resoluciones nacionales e internacionales que les han dado la razón y que han ordenado la restitución del suministro eléctrico en el vecindario, destacó que la situación en Cañada Real es un reflejo del abandono sistemático por parte de las instituciones a las comunidades más empobrecidas. “Los derechos humanos, para nosotros, se han ido de paseo. No aparecen. Parece que son solo para la gente rica”, declaró. Recientemente, el Consejo de Europa resolvió contra España por dejar sin electricidad a la Cañada Real de Madrid y declaró vulnerados sus derechos humanos. En este proceso, el Centro Sira aportó un informe pericial de daños colectivo, que fue aportado a la causa como prueba cualificada. A raíz de este trabajo, se elaboró el informe “La Cañada Responde: Impactos psicosociales derivados del corte de suministro eléctrico”, que analiza los impactos psicológicos, físicos y comunitarios que la falta de luz tiene el vecindario de Cañada Real.
De izq. a derecha: Gladys Zambrana, Pablo Fernández Cordón, Lluís Elias, Sabina Carau y Victoria Zunzunegui.
Precarización en albergues y residencias
Pablo Fernández Cordón, psicólogo del albergue para personas sin hogar de San Juan de Dios, destacó la falta de recursos para atender a las personas en situación de sinhogarismo. “Tenemos una lista de espera de más de un año y medio, cuando tú necesitas un techo ya”, destacó. Respecto a las personas que acuden hasta el centro, destacó que se trata de perfiles muy estigmatizados, en cuyos recorridos vitales han sufrido violencia familiar, en centros de retención, por parte de la policía o incluso los propios vecinos.
Por su parte, Victoria Zunzunegui, epidemióloga e investigadora, abordó la falta de una red de cuidados adecuada en España, a pesar de tratarse de un país con una población cada vez más longeva. “La mercantilización de los cuidados ha llevado a que muchas personas mueran sin la atención que necesitan”, denunció. Zunzunegui, investigadora de la Comisión Ciudadana por la verdad en las residencias de Madrid, destacó que durante la crisis de la pandemia, más de 7,291 personas fallecieron en residencias sin atención hospitalaria. Según señaló, esto pone de relieve la precarización del sistema de cuidados, la opacidad de un sistema que niega su responsabilidad, y la falta de una estructura que garantice la dignidad y seguridad de los cuidados en las personas mayores.
Seamos 100
Esta mesa redonda tuvo lugar dentro de la campaña de socias “Seamos Cien”, organizada por el Centro Sira. El Centro de Atención a Víctimas de Malos Tratos y Tortura, busca sus 100 primeras socias para fortalecer su trabajo, asegurar su sostenibilidad y continuar garantizando la atención integral a las personas supervivientes de violencia que acuden hasta la entidad.
El evento, que fue acogido por Espacio Afro, también contó con el grupo Al Ázar, que ofreció un concierto para las personas asistentes.