Esther Quintana recibió el impacto de una bala de goma el 14 de noviembre de 2012, disparada por los Mossos d’Esquadra. Ocurrió durante una huelga general, en Barcelona. Esther, que por aquel entonces había tenido que dejar de regentar su cafetería como consecuencia de la crisis económica, acudió a la manifestación junto a un acompañante. Cuando pensaba que la huelga ya había terminado, se dirigió a la parada del bus para volver hasta su casa. Es entonces cuando observa un despliegue policial que le sorprende. Cuando Esther se gira a buscar a su pareja que estaba detrás suyo, escucha una fuerte detonación y nota un impacto que la aturde. Poco después, encuentra su rostro lleno de sangre. Perdió su ojo izquierdo.
En 2016, los agentes acusados de disparar el proyectil fueron absueltos, ya que no se pudo determinar cuál de ellos apretó el gatillo ni si el disparo fue de una bala de goma o de foam. Sin embargo, los jueces sí consideraron probado que un policía fue el autor del disparo, incumpliendo el protocolo. Anteriormente, en 2015, la Generalitat de Catalunya reconoció públicamente su responsabilidad mediante una indemnización de 261,000 euros, considerando que Esther perdió un ojo en el marco de una actuación policial.
Desde entonces, Quintana ha sufrido seis operaciones y se ha convertido en una de las caras visibles en la lucha por la prohibición de las balas de goma y proyectiles de foam.